La idea que tenemos de comercio internacional es la de abrir mercados, vender y comprar productos para llegar a ser competitivos. Y si cobramos y ganamos en esas operaciones, estupendo.
Una vez que hemos vendido, ya lo enviamos o nos lo mandan. Y ahí es donde puede surgir un pequeño quebradero de cabeza: de repente, las aduanas cobran una importancia que hasta entonces podría haber sido imperceptible.
¿Para qué están las aduanas y por consiguiente, los aranceles y otros gravámenes a la importación y en casos específicos, en la exportación?
En primer lugar, no sólo el papel de la aduana es el de agente recaudador sino que vela por la protección de los intereses de las empresas:
- En importación, se facilitan a través de los acuerdos comerciales de la UE con terceros países, la supresión y reducción de aranceles a determinadas mercancías: de esta manera, las empresas son más competitivas
- En importación, para determinados productos que pueden vulnerar la producción europea, se gravan con determinadas medidas o con aranceles elevados para proteger nuestra economía.
- En exportación, determinadas restricciones evitan que el mercado quede desabastecido y por tanto, hay desequilibrio entre la oferta y la demanda.
¿Dónde se regulan estas medidas? En el boletín oficial de la UE, que es el Diario Oficial de la Unión Europea.
Por tanto, debemos tener presente que la normativa puede cambiar, y nos puede afectar. Y la manera de estar completamente informados, es la consulta a estos documentos.
Dejamos el link para poder acceder: